Las elecciones europeas del25 M, con todas las limitaciones del caso, enseñan que las políticas de diseño elaboradas de espaldas a la realidad e interpretadas por actores que se eternizan en la arena política, tienen consecuencias, vaya si las tienen. Especialmente en un momento en el que muchos ciudadanos echan en falta una mayor proximidad real de los dirigentes y responsables de la cosa pública con la realidad concreta. En efecto, quienes están al frente de las estructuras partidarias deben reflexionar en profundidad y tomar decisiones hacia la transparencia, la democracia interna, la pedagogía y, sobre todo, hacia un mayor compromiso con los sectores sociales que peor resisten los ajustes y la crisis general en la que ya llevamos instalados varios años.
Constituye una tentación sutil, propia de las organizaciones cerradas, configurar y definir las estrategias políticas desde la conservación de la posición, desde el cálculo maquiavélico o desde la visión tecnocrática de quienes desprecian la realidad y solo aspiran, como sea, a estar siempre en la cúpula. Parece que la ciudadanía empieza a reclamar cambios, y muy relevantes, en las formas de hacer política y, como no, en sus principales actores e intérpretes.
Esta caracterización de las organizaciones cerradas y estáticas que lleva a sus dirigentes a vivir de espaldas a la realidad empieza a ser insoportable y debe ser modificada a fondo. La conversión a la apertura y al dinamismo, al aire claro y a la luz diáfana va a exigir notables sacrificios de no pocos dirigentes que se habían considerado intocables y con un derecho natural a estar sentados en la poltrona de por vida.
Vamos hacia organizaciones abiertas, plurales y dinámicas, que son aquellas que están continuamente recibiendo aportaciones de la vida misma que incorporan sin dificultad a unas estrategias cotidianas que se distinguen por su compromiso creciente con la sensibilidad social. Los dirigentes que precisamos buscan la comunicación con la gente, saben que se pueden equivocar y buscan el bienestar integral de los ciudadanos.
En los tiempos que nos ha tocado vivir, al menos hasta las elecciones del25 M, observo mucho diseño, mucho planteamiento estructural, mucho control y mucha distancia con la ciudadanía, muchas luchas internas, mucha obsesión por la posición y, consiguientemente, poco tiempo para pensar en políticas apropiadas para resolver los problemas reales de la ciudadanía. Por tanto, es necesario acercarse sin miedo a la vitalidad de lo real y comprometerse sin componendas con la libertad solidaria de los ciudadanos para que puedan disponer de unas condiciones de vida que les permitan desarrollar integralmente su personalidad en la sociedad.
El25 M, de nuevo, constata el triunfo de la abstención y una crítica severa a las formas clásicas y tradicionales de entender y ejercer el poder. Si quienes tienen que cambiar no lo hacen, la corriente se los llevará, como ha pasado en otros tiempos.
Jaime Rodríguez-Arana
Catedrático de Derecho Administrativo.
Catedrático de derecho administrativo.