Es verdad que la desafección crece y que la desconfianza hacia los partidos tradicionales se multiplica. El declive de la militancia en los partidos tradicionales es un dato de la realidad. Algunos datos de este tiempo son ciertamente bien reveladores. Veamos,
En el Reino Unido, el total de los afiliados al partido conservador, al laborista y al liberal se ha reducido en tres cuartas partes desde los años ochenta del siglo pasado. En Francia menos del 1% pertenece a un partido político y las cifras de los efectivos van a la baja. La UMP de Sarkozy ha perdido 100.000 militantes desde la derrota de 2012. Entre los socialistas franceses apenas 75.000, según Le Monde (24.5.2015), están activo, la mitad de los que cuenta el partido. En Alemania, los socialdemócratas cuentan con 450.000 militantes con una edad media de 59 años. En España según un barómetro del CIS de octubre de 2011 solo un 2.4% decía pertenecer a un partido político. Otro barómetro del centro oficial de sondeos y encuestas de abril de 2012 revelaba que las formas más frecuentes de participación política se refieren a la firma de determinadas peticiones (22%) mientras que la asistencia a una reunión política no supera el 11%.
Es verdad que en Europa el compromiso partidario ha descendido alarmantemente. En el Reino Unido, por ejemplo, desde la década de los ochenta del siglo pasado hasta ahora los partidos cuentan pierden a borbotones los militantes . En Francia apenas el 1 % de la población milita en un partido político mientras que en España según uno de las últimas entregas del CISS el 2.5 % de los españoles están afiliados a una formación política. Son datos que explican la realidad por si sola y que demuestran la profunda despolitización de las bases de los partidos tradicionales.
A menos democracia interna en los partidos menor preocupación de los dirigentes por la mejora de las condiciones de vida de la población. Por eso, qué importante es que se abran las ventanas de los partidos y entre el aire fresco de la realidad, de la competencia profesional, del compromiso social, de la búsqueda de soluciones reales a los problemas colectivos de la ciudadanía. Mientras estas organizaciones sigan férreamente cerradas en torno a liderazgos personales, la desafección irá en aumento y, consiguientemente, la desconfianza, hoy muy alta en España, hacia el sistema político seguirá creciendo exponencialmente.
Los partidos buscan el poder para gobernar de acuerdo con un conjunto de ideas que defienden porque están convencidos que son las mejores para el progreso de la sociedad y para un mejor ejercicio de las libertades por los ciudadanos. Los partidos, como cualquier organización, por el hecho de constituirse, adquieren el compromiso de luchar por la consecución de sus fines propios. Fines que se orientan hacia la búsqueda del poder como medio para aspirar a la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos, especialmente de los más desfavorecidos.
Jaime Rodríguez-Arana
@jrodriguezarana