ESTABILIDAD
 
La estabilidad política, económica, social es desde luego una condición básica para la prosperidad de las naciones y, por ello, para la mejora de las condiciones de vida de los habitantes. La estabilidad en general es, además, consecuencia de la estabilidad personal de los ciudadanos y, por supuesto, de la estabilidad familiar. Sin estabilidad personal y sin estabilidad familiar, la estabilidad general se nos antoja algo imposible, algo inalcanzable.
Los franceses, que tienen una política natalista relevante, llevan tiempo pensando como potenciar la estabilidad familiar. Son conscientes de que para el progreso social y para una mejor realización de las personas es menester preservar unas mínimas condiciones que faciliten un ambiente de estabilidad y equilibrio. Son conscientes de que las políticas públicas deben promover espacios de esta naturaleza porque la estabilidad familiar, al igual que los hijos, son un bien general,  un asunto de obvio interés general en el que el Estado, como institución garantizadora de la libertad solidaria de los ciudadanos, ha de estar presente para preservarla.
Un informe del Instituto de Opinión Pública de Francia y un informe de un grupo de trabajo del Parlamento galo liderado porla UIMPse han ocupado del tema para reclamar más y mejores medidas para apuntalar la estabilidad familiar. Una estabilidad que es amenazada por el crecimiento del número de divorcios que traen consigo el aumento de las familias monoparentales y recompuestas, con los consiguientes problemas relativos a la custodia de los hijos y al pago de pensiones, en muchos casos problemáticas.
Especialmente las familias monoparentales, sobre todo las constituidas por madres solteras con los hijos, son causa y origen de pobreza por obvias razones, lo que supone un aumento del gasto público para ayudarlas, tanto en lo que se refiere al apoyo laboral como en lo que concierne al cuidado de los hijos.
Las legislaciones promotoras de inestabilidad, como las legislaciones promotoras del divorcio, colaboran al ambiente de inestabilidad familiar y consiguen que tantas veces la parte más débil de la relación sufra unas condiciones económicas y laborales muy onerosas. Solo en Francia en 2004 se produjeron 130.000 divorcios.
En fin, si queremos fomenta la estabilidad general, tenemos que apoyar a la principal institución promotora de estabilidad como es la familia. Una familia asentada en el matrimonio. Por eso es menester apoyar al matrimonio, fomentar su estabilidad, incentivando la natalidad. Si la estabilidad no se fomenta, también fiscalmente, si la maternidad no se considera un factor positivo de progreso social,  reconociéndola laboralmente como se merece, entonces la inestabilidad seguirá presente dominado el espacio social, que se fragmentará y fraccionará en beneficio de los agitadores y subversores que tanta tajada están consiguiendo en os últimos tiempos.
Ahora que estamos en una crisis económica y financiera sin cuento es momento de reflexionar seriamente y apoyar y apuntalar las instituciones más sólidas y solventes de que disponemos como la familia. La estabilidad general, política, económica y social depende en buena parte de la estabilidad de la institución más básica de todas: la familia, que no es de derechas ni de izquierdas sino de todos,
Jaime Rodríguez-Arana es catedrático de derecho administrativo. jra@udc.es