“El espacio de centro” es el título de un libro escrito en 2001. Es el producto de una reflexión sobre el sentido político, ético y antropológico de lo que se denomina “centro”. Un asunto polémico, aunque sea sólo por los intereses políticos que se juegan en torno al centro. Hoy todo el mundo sabe que en nuestras sociedades gana quien está en el centro. Pero ¿de qué centro se trata?. Porque centros hay muchos, hay muchas personas que reivindican tal posición política y también hay muchos partidos y programas que a así se denominan.
A mi entender, primariamente se puede decir, aunque no es la dimensión más cabal, que el centro tiene una dimensión táctica. En este caso se trata de  ubicar al centro  entre otras fuerzas políticas. Aquí es fundamental el cálculo y el posicionamiento. El centro que se origina de este modo es el centro que se puede denominar bisagra, con capacidad para orientar a sus preferencias por un lado u otro del espectro político. Por cierto hoy de moda, también entre nosotros.
 
Otra forma posible de situarse en el centro de la escena política también de una manera táctica sería en la conformación de un centro hegemónico, recogiendo las posiciones tibias o moderadas de los diversos concurrentes a la confrontación electoral, y acercando de este modo el voto de sectores de todas las tendencias.
 
Otro centro posible, con base en la referencia ideológica es lo que llamo centro de compensación, en el que una fuerza política, ante el dominio hegemónico y durable de otra opuesta, desplaza su posición pretendiendo recoger votos de la otra.
 
Estos “centros” políticos los denomino  tácticos porque se establecen en el juego político del momento y son deudores de las posiciones políticas de referencia, ya que con respecto a ellas se establecen.
 
Se podría hablar por otro lado de falsos centros. Uno de ellos sería el centro como coartada. Formaciones políticas extemporáneas, formaciones políticas que no encajan en el sistema, formaciones políticas de oportunidad, de programa y sin discurso, se autocalifican como formaciones de centro. Se trata en este caso de políticos que se acogen a una supuesta indefinición del centro político, para adscribirse a él y librarse de la necesidad de elaborar un discurso o de dar cuenta de la propia situación política.
 
Cabe otra forma de centro falso. Sería lo que podríamos denominar centro excéntrico. Se produce este cuando la formación política asegura estar en el centro entre otras dos formaciones que no constituyen una referencia objetiva y válida para ella. Es el caso, por clarificar esto, de determinadas formaciones que afirman estar en el centro por no participar en la confrontación que de vez en cuando se establece entre los principales partidos políticos nacionales, cuando es obvio que tal cosa sucede porque miran unos al interés general de España y los otros sólo el interés particular de su Autonomía.
Hoy, como ayer, seguimos erre que erre, como Diógenes, buscando ese añorado y deseado espacio de moderación, del pensamiento abierto, plural, dinámico y complementario, de centralidad de la dignidad humana.
Jaime Rodríguez-Arana

Catedrático de Derecho Administrativo