El régimen chino es un sistema político comunista con una calculada asunción de elementos del capitalismo que controla férreamente el único partido existente. Es decir, hay capitalismo, pero de Estado. Solo prosperan aquellos empresarios bien vistos por el régimen al que deben entregar las contraprestaciones establecidas. No hay libertades civiles ni políticas y con el paso del tiempo, a pesar de la complacencia occidental, no parece que el sistema se abra a la democracia, al menos como la entendemos por estos lares.
Pues bien, en estos momentos, el gobierno chino parece que da una vuelta de tuerza a la represión y procede a la detención de activistas feministas,  militantes pro derechos humanos y luchadores  anticorrupción. Además, y eso es lo que quería comentar en el artículo de hoy, existen dos proyectos de ley que ratifican esta impronta represiva que deben ser objeto de comentario.
Por un lado, el proyecto que regulará la lucha contra el terrorismo y, por otro, el que disciplinará el funcionamiento de las ONGs extranjeras en el país.
En el primer caso, se pone en cuestión nada menos que libertades tan relevantes como la de expresión y la religiosa. En efecto, quienes critiquen políticas gubernamentales pueden ser acusados de terrorismo. Y quienes practiquen su religión también podrán ser merecedores del delito de extremismo. El proyecto incluso prevé que las empresas tecnológicas proporcionen sus códigos de de encriptación e instalen accesos a sus sistemas que las fuerzas del orden público puedan usar en la investigación de casos relacionados con el terrorismo.
En el caso de las ONGs extranjeras, éstas quedarían nada menos que bajo el control y la tutela del todopoderoso ministerio de seguridad pública y si para el funcionamiento de estas instituciones sociales se precisen fondos procedentes de países extranjeros, tales donaciones tendrían que ser aprobadas necesariamente por el Gobierno chino.
Es decir, el régimen castiga la libertad de expresión, la libertad de religión y somete a un férreo control a las ONGs  extranjeras. No se tolera la libertad y se impide que desde el exterior se pueda “contaminar” la  “pureza” de un régimen que, sin embargo, para sonrojo de tantos, recibe en el mundo occidental incontables  bendiciones y loas. Todo por un puñado de euros que resuelvan la deuda de algunos Estados. Qué lástima.
Jaime Rodríguez-Arana
@jrodriguezarana