La resolución de conflictos, de controversias, a través de la instancia judicial es, desde luego, la forma más razonable de alcanzar soluciones justas. En ocasiones, sin embargo, a causa de la naturaleza de la pretensión, porque las sentencias tardan mucho en llegar o porque existen fundadas  sospechas acera de la politización de algunos jueces, aparecen fórmulas alternativas como la mediación, la conciliación o el arbitraje. Hoy nos vamos a referir brevemente a la mediación, que en determinadas materias como los conflictos familiares están dando muy buenos resultados, no sólo para la mejor custodia de los hijos del matrimonio, sino para la reanudación de la vida conyugal.

Suele decirse, y es verdad, que las sentencias de los jueces y tribunales en los casos de separación o divorcio zanjan la polémica dando la razón a una parte y quitándosela a la otra. En una sentencia, en estas materias, se declara un vencedor y un vencido. Unas veces es el hombre, otras veces la mujer.
La experiencia de la mediación intrajudicial en Cataluña demuestra que este sistema es más eficaz, menos costoso y, sobre todo, más humano. Incluso en no pocos casos ha propiciado la restauración de una situación que una sentencia judicial difícilmente puede arreglar.  Castilla y León, que no tiene competencias en materia de justicia, inició no hace mucho un programa de mediación familiar intrajudicial paa todos todos los juzgados de familia de esta Comunidad Autónoma.
En estos casos, aunque los abogados puedan instarla, es el juez el que decide y sugiere a las partes este camino de la mediación judicial. Se trata de una fórmula en la que un experto en mediación aproxima a las partes y busca con ellas soluciones a problemas y cuestiones que una sentencia no puede resolver. A través de la mediación, la convivencia entre las partes, de forma singular y frágil, es posible  aunque sólo sea para evitar las frecuentes polémicas sobre el tiempo de permanencia de los hijos con los padres durante el fin de semana. A través de ese acercamiento, la experiencia enseña que las incomprensiones, juicios o susceptibilidades que cusan las crisis se pueden restañar precisamente en el ámbito de esta forma alternativa de resolver conflictos y controversias.
Por ello, que importante es formar profesionales competentes y bien preparados para la mediación en el ámbito familiar. De su pericia, de sus conocimientos, y, sobre todo, de sus cualidades para resolver los problemas, depende en muy buena parte que la inestabilidad familiar que se ha extendido como la pólvora en este tiempo de paso a un ambiente de estabilidad desde el que se puedan formar, en libertad y solidaridad, personas que el día de mañana sean dignas de tal nombre.
En fin, en los conflictos y controversias que afectan a las personas, a sus relaciones personales, tales como las crisis familiares y otras de similar naturaleza, la instancia judicial siempre va a condenar a una parte y absolver a la otra. De esa manera, a través de la frialdad de las sentencias es más que probable que la convivencia rota se consolide. En cambio, desde la capacidad de acercar posiciones y de facilitar el intercambio de impresiones y posiciones es posible que si la unión se restaure en bien de los hijos, en bien de un valor de tanta relevancia pública como es la estabilidad familiar.
 
Jaime Rodríguez-Arana es catedrático de derecho administrativo.