El índice de percepción de la corrupción que elabora todos los años la ONG Transparencia internacional (TI) refleja una inquietante situación pues sigue afectando negativamente a muchos países. Sea en forma de sobornos, de prevaricaciones, de ausencia de publicidad o en cualquiera de las formas de nepotismo o clientelismo, se observa que esta lacra social sigue su curso y en algunos casos crece como la espuma.
En 2011 el panorama internacional ha estado dominado en buena parte por la llamada primavera árabe, una forma de revoluciones pacíficas que han tumbado a varios tiranos del Norte de África. Pues bien, en estos países las manifestaciones que han servido de punta de lanza de la resistencia no violenta han mostrado el rechazo de la población a la corrupción. Tanto en Egipto, en Túnez como en Yemen, en Marruecos en menor medida, la ciudadanía ha clamado contra la oscuridad, la opacidad, contra la falta de transparencia que caracteriza los regímenes tiránicos.
El país con menor percepción de la corrupción es Nueva Zelanda y el mayor Corea del Norte. En Europa, el primer puesto es para Dinamarca y Finlandia y el más bajo para Bulgaria. En América, Canadá está al frete y el último por la cola es Haití. En Asia lidera Nueva Zelanda y cierra la lista Corea del Norte. En África ocupa la primera posición Botswana y Somalia está en el último lugar. Entre los países de la OCDE Nueva Zelanda vuelve a estar a la cabeza encontrándose en el furgón de cola México. En el ámbito del G20 Australia es el país con menor percepción de la corrupción mientras que se lleva la palma Rusia.
Estos datos demuestran que la corrupción sigue castigando con gran fuerza a gobiernos y empresas. Y lo que es más grave, daña seriamente las condiciones de vida de los habitantes. En los países del denominado mundo occidental, esa área en la que la crisis económica y financiera ha hecho acto de presencia con inusitada fuerza, se observa un retroceso inquietante como consecuencia del alto grado de fraudes, estafas y sobornos que ha caracterizado el horizonte político y económico de estos países.
Los dirigentes de TI reconocen que en 2011 ha crecido la indignación social frente a la corrupción y su censura ha estado presente en los movimientos ciudadanos contra la opresión y la tiranía todavía reinantes en no pocas partes del globo. Los países con mayor transparencia, mejor acceso a la información de interés general y sistemas educativos de más calidad son los menos corruptos. Igualmente, donde existe una adecuado ambiente de estabilidad social, política y económica prende con menos intensidad la corrupción.
España, que todavía no cuenta con una ley de transparencia y acceso a la información, debe mejorar el sistema educativo y fomentar un mayor clima de estabilidad social. Entre nosotros la política está bastante desprestigiada por mor de las actuaciones de no pocos dirigentes de los partidos políticos. La distancia y desafección del pueblo en relación con los responsables de la cosa pública crece a pasos agigantados y todavía no llegan a la ciudadanía, con la necesaria contundencia y claridad, señales nítidas acerca de la imprescindible regeneración ética que precisa nuestro sistema político, que ha de empezar por los comportamientos y conductas de quienes están en la rectoría de los asuntos públicos.
Mientras el pueblo no perciba que se racionaliza seriamente el sector público, que desaparecen organismos innecesarios y que partidos, sindicatos y patronales dejan de vivir del presupuesto público, seguirá instalada en nuestra sociedad el grado que todos conocemos de corrupción.
Jaime Rodríguez-Arana es catedrático de derecho administrativo. jra@udc.es
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