Cuando se habla de globalización, de internacionalización o mundialización se pretende reflejar una característica elemental de la naturaleza de las relaciones actuales. Sin embargo, la globalización más importante es la de las mentes de las personas, en muchos casos atrapadas en ese atávico razonamiento de lo unilateral, de lo único o de la verticalidad. Parece mentira pero lo decisivo para vivir con dignidad en estos tiempos es cultivar la mentalidad abierta y esa capacidad para “ver” personas en los diferentes campos del trabajo moderno. De lo contrario, la globalización podría traer consigo una de las más insoportables dictaduras jamás sospechada: el uso de las personas al servicio de esa palabra que suena tan posmoderna
Cuando la perspectiva de la razón
humanitaria es fuerte y sólida, entonces nos podemos preguntar. ¿A quién
beneficia la globalización? ¿A quién perjudica? ¿Es compatible la globalización
con la solidaridad? ¿Y con la equidad?. Pretender ese sutil juego del
enfrentamiento o la confrontación que se produce desde posiciones estáticas y
apriorísticas es irrelevante por más que el populismo apuesta decididamente por
ello. Lo realmente importante es construir un sistema de globalización dónde la
sensibilidad humana sea un elemento esencial. O si, se quiere, que globalización
y humanismo vayan de la mano, como si fueran las dos caras de un mismo
fenómeno, como si fueran las dos caras de una moneda.
Es cierto que la globalización incide sobre la democracia. Es lógico que este panorama de los mercados abiertos, de las nuevas tecnologías y del flujo de la información afecte a la calidad de la democracia. Se debería producir una democratización permanente en todos los ámbitos de la actividad humana y un creciente humanismo en el que , efectivamente, la dignidad de la persona se el centro de la realidad.. Sin embargo, una mirada al mundo en que vivimos, y tanto, tanto por hacer para que realmente la dignidad humana sea el centro y el fundamento del orden social, politico, económico. En 2019 la tarea sigue pendiente.
Jaime Rodríguez-Arana
@jrodriguezarana