“La mejora de las condiciones sociales no sustituye sino que realza la responsabilidad personal”. Estas palabras de Tony Blair ilustran de manera inequívoca la superación que debe producirse del debate ya secular sobre la preeminencia del ámbito público o del privado. Esta superación es necesaria -como está sucediendo en la mayor parte de los procesos metodológicos en las ciencias sociales- para equilibrar los sucesivos planteamientos reduccionistas referidos a la intervención del Estado en la sociedad.
La preeminencia del Derecho Privado
sobre el Derecho Público fue rebasada en la formación del Estado moderno al
hilo del pensamiento contractualista, de forma que la supremacía de lo público
se basaba en la contraposición del interés colectivo y el interés individual, y
en la subordinación del segundo al primero. Aún más, este proceso, que se
podría denominar de contraposición, posibilitó -por su propia dependencia de
ideologías que pretenden explicaciones globales y rígidas del hombre y de la
realidad social- el inicio del fracaso del sistema ya que, en el marco de esta
aproximación cerrada, sus principios cayeron atrapados por una realidad que
necesariamente tiende a liberarse del modelo que la pretende configurar.
En este sentido, el espacio de centro supone una llamada a la superación del falso dilema público-privado, y constituye una convocatoria a un proyecto político que propone, especialmente a los jóvenes, un nuevo estilo para configurar la acción empresarial, social, cultural o política en un contexto profundamente democrático. Es una convocatoria especialmente para los jóvenes, porque pretende la aportación del caudal de energías -que se manifiestan en la iniciativa personal y asociativa- creativas, transformadoras, relacionales, con sentido auténticamente cooperativo. Es exclusivamente con una cooperación mayoritaria como se puede construir una sociedad más libre, más plural, más equitativa y solidaria.
La idea de cooperación, de libre participación, a mi entender, es fundamental para construir políticas de centro. La acción política es una acción compleja que, entre otras cosas, incluye la movilización de los recursos sociales, la coordinación de los esfuerzos, la integración de las iniciativas y la conjugación de las aspiraciones de la sociedad. Porque la acción política tiene como destinatarios agentes libres. Por eso una acción política de centro no sólo debe representar a una mayoría social equilibrada, en la que se encuentren integrados de alguna manera todos los sectores sociales, sino que también debe contar con el esfuerzo participativo, cooperante, de representaciones de todo el arco social. Hoy, sin embargo, de cara a las próximas elecciones, de nuevo los de siempre trazan el esquema del maniqueísmo y los demás lo siguen a remolque. Que actual, que necesario es el espacio de centro entre nosotros.
Jaime Rodríguez-Arana
@jrodriguezarana