El fallecimiento de Fidel Castro provoca opiniones para todos los gustos. Para unos, la revolución castrista fue un acontecimiento mundial en pro de la justicia social, los derechos humanos y la lucha contra el capitalismo. Para otros, dicha revolución, que inicialmente se dirigía a la mejora de las condiciones de vida de los cubanos, acabó en una férrea dictadura militar en la que, como ocurrió en la URSS, solo la nomenclatura se benefició del régimen.
En este sentido, resulta esclarecedor un reciente informe elaborado por Marta Werlau, presidenta de Free Society Project y directora del programa Archivo Cuba que se ha publicado en el diario El País el 4dediciembre de este mes. En tal documento se ofrecen datos tan reveladores como los siguientes. Castro fue comandante en jefe durante 47 años. Fundó un Estado que recibió miles de millones de la Unión Soviética, Venezuela, así como de bancos y comerciantes capitalistas de todo el mundo. No hay más que ver la embajada de la antigua URSS en la isla para hacerse cargo de la influencia y presencia de los soviéticos. A su muerte, Fidel Castro dejó un país con una población con el menor salario promedio mensual del mundo: 23 euros al mes. Se le atribuyen 7.173 muertos y desaparecidos entre los que se cuentan fusilados y ejecutados extrajudicialmente así como muchos cubanos que pretendieron huir de la isla. Se estima que las víctimas cubanas durante la dictadura de Batista son diez veces menos que las de la dictadura de Castro. También, según revelaciones de antiguos oficiales de inteligencia, se puso en marcha una maquinaria de muerte que asesinaba fuera de la isla. El castrismo adiestro y financió, entro otros, al grupo terrorista puertorriqueño FALN y a las bandas criminales que adiestradas por el castrismo se cobraron también miles de vidas en Venezuela.
Si estos datos son ciertos, que no se han desmentido más allá de expresiones políticas, entonces la obra del dictador no pasará a los anales de la historia por su compromiso con los pobres y desvalidos de este mundo. Parece mentira, pero la propaganda ha conseguido crear la imagen de que Cuba es un país modélico en materia sanitaria y educativa. Pero, en realidad, quien haya visitado Cuba y haya estado más allá de los servicios hospitalarios destinados a los turistas, sabe que las condiciones de vida son ínfimas, deplorables e inaceptables. Que gran engaño, que gran estafa.
Jaime Rodríguez-Arana
@jrodriguezarana
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