La crisis económica y el apogeo de las nuevas tecnologías han incidido de manera muy directa en el mercado de trabajo y en las condiciones de empleabilidad de muchas personas. Muchas empresas, ante el dilema de sustituir el trabajo humano por las máquinas, no han dudado ni un segundo, más en época de vacas flacas, en proceder a masivos procesos de tecnificación con la consiguiente pérdida de empleo en tareas rutinarias y mecánicas. Son los casos de las funciones de documentación, contabilidad y hasta de secretaría de muchas corporaciones que se han visto de repente realizadas por ordenadores y complicados aparatos informáticos.
Desde otro punto de vista, si bien se aprecia una progresiva sustitución de estos trabajos auxiliares por máquinas y ordenadores, también se observa una cierta decepción de muchos usuarios de estos servicios, que se quejan del tiempo que consumen comunicándose con los contestadores de las compañías y corporaciones, a veces con resultados infructuosos.
Tampoco se puede pasar por alto que en este tiempo de crisis se han revalorizado los trabajos que requieren de talento, creatividad, ingenio, empatía o liderazgo, hoy muy bien retribuidos. Estas tareas de ordinario requieren de una preparación especial que en ocasiones solo se puede adquirir en costosos master y posgrados al alcance de muy pocas fortunas.
En este tiempo de crisis, a causa de la pérdida de calidad, rango y valoración de los trabajos intermedios, muchos de ellos relacionados con la documentación, la contabilidad o la secretaria, de alguna manera se está castigando a la clase media propiciando una peligrosa desigualdad retributiva que afecta como es lógico a la estabilidad social y económica.
Las nuevas tecnologías son un poderoso aliado para los procesos de modernización que precisan muchas de nuestras sociedades, quien podrá dudarlo. El problema, sin embargo, radica en que un medio tan potente como las nuevas tecnologías no debe perder su condición medial y convertirse en un fin.
En el Reino Unido, un reciente informe de Deloitte y en Estados Unidos, un estudio de dos profesores de la Universidad de Oxford, concluyen que el futuro demanda personal mejor preparado. Pero mientras el estudio sobre EEUU dice que la llegada de las máquinas a puestos tradicionalmente reservados a personas va a traer más igualdad salarial, en EEUU señala que la brecha entre los bien y mal retribuidos aumentará exponencialmente.
En España, como es sabido, la diferencia entre la franja alta y la baja de los salarios es cada vez mayor. Un problema que tiene mucho que ver con el uso, de forma racional e inteligente, de las nuevas tecnologías en el mercado laboral. Las nuevas tecnologías están al servicio de la persona, no al revés. Algo que no siempre se entiende bien y que provoca graves problemas de orden social.
Jaime Rodríguez-Arana es catedrático de derecho administrativo.
@jrodriguezarana
La página web de Jaime Rodríguez - Arana utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.
Asimismo puedes consultar toda la información relativa a nuestra política de cookies AQUÍ y sobre nuestra política de privacidad AQUÍ.