“Los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política. Su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto ala Constitución y ala Ley. Su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos.”
 
Probablemente a más de un lector este precepto constitucional le resulte familiar. No es para menos porque justamente constituye el texto literal del artículo  6 dela Constituciónespañola de 1978. Es decir,la Carta Magnaha señalado unos objetivos o criterios que deben caracterizar la vida de los partidos políticos. Criterios o parámteros que se resumen en la búsqueda del pluralismo como manifestación de una opinión pública diversa, la participación como cauce esencial para promover la presencia del pueblo en la vida pública y la democracia como elemento básico que configurar la vida interna y externa de los partidos políticos.
 
Ciertamente, las viejas políticas centradas en el control férreo de la organización impidiendo la participación y usando el aparato en beneficio propio   no están, cómo cabría esperar por el tiempo en que estamos, ni mucho menos superadas. Las nuevas políticas, sin embargo, plantean que la ciudadanía, la militancia sobre todo, esté en el corazón y en el centro de la vida partidaria. Algo que debiera empezar a presidir las reformas necesarias que los partidos han de encarar en los nuevos tiempos. Reformas que debieran llevar a una mayor presencia de la militancia, por ejmplo, en la elección de la dirección del partido, a la apertura de las listas electorales, a la obligatoriedad del trabajo territorial de los diputados con horarios bien concretos y conocidos por el pueblo, a abrir los órganos de regulación y control a la sociedad, a la consulta permanente a los militantes acerca de las principlaes decisiones a doptar en el futuro por los principales dirigentes de los partidos.
 
A punto de cumplirse los treinta y cuatro años dela Constitución, el precepto con el que comenzaba este artículo se encuentra inédito si exceptuamos algunas execpcionales excepciones. La democracia en los partidos, como en el conjunto de las instituciones, es, desde luego, una exigencia del modelo del Estado de Derecho en que vivimos. La realidad todos sabemos cual es. El prestigio social de los partidos es el que reflejan las encuestas todos los meses.
 
Las reformas en los partidos llegarán  antes o despues porque la ciudadanía en general empieza a percibir que los políticos se han ido apropiando poco a poco de  un poder que no sólo no es de su propiedad sino que pertenece por derecho propio al pueblo. Las reformas para regenerar la democracia son urgentes. Llevamos demasiado tiempo hablando de ellas pero sin acordarlas entre todos.. Ahora, en España, precisamente en un moemnto de aguda crisis del sistema político, los partidos tienen ante si la oportunidad de abrirse a la sociedad, de dar mayor protagonismo a la ciudadanía.
 
Suele venecer  simpre, o casi siempre,  en cualquier fenómeno competitivo,quien gana la posición, quien toma la iniciativa, quien se arriesga. Y suele perder, el tiempo lo certifica, quien se encierra en el castillo, quien tiene miedo al debate, quien, en definitiva, tiene miedo al riesgo. ¿A qué esperamos, pues, para mover ficha y comenzar a trabajar en esta dirección?.
 
 
 
Jaime Rodríguez-Arana Muñoz
Catedrático de Derecho Administrativo