En estos tiempos en los que la opinión pública es cada vez más importante,  se conocen con alguna frecuencia encuestas, sondeos y consultas en los que se pregunta a los ciudadanos acerca de la política, los partidos y el papel de los políticos. Todas, más o menos, sean realizadas con fondos públicos o privados, coinciden en destacar que en estos momentos lo fundamental es la recuperación económica y la creación de empleo. Las medidas que cuentan con más seguidores son: reducir la estructura de la Administración pública y gravar con un impuesto especial a las grandes fortunas. En este sentido, las personas consultadas  entienden mayoritariamente que es necesario reducir los gastos de los políticos, incluso su número, pues estiman, es una obvia realidad, que en España hay demasiados cargos públicos, demasiados coches oficiales y demasiadas subvenciones, muchas de ellas para actividades improductivas y, a veces, inconfesables.
Efectivamente, en estos días hemos conocido un nuevo sondeo en el que se destaca el gran avance de la abstención, cerca del 50%, así como la pérdida de apoyos  ciudadanos de los grandes partidos, en algunos casos, de más de diez puntos. Los líderes de las principales formaciones partidarias, por otra parte, apenas consiguen índices de popularidad más allá del 20%. Y, por si fuera poco,  los partidos políticos son considerados como las instituciones más corruptas de la sociedad.
Parece claro que el elefantiásico déficit público que tenemos trae causa, fundamentalmente, del desarrollo estructural e institucional de las Comunidades Autónomas y de los Entes locales. Efectivamente, tal irracional situación debe, por la vía de la supervisión estatal, reducirse a los parámetros macroeconómicos pactados con Europa. Las Comunidades Autónomas y los Entes locales  tendrán, no cabe otra posibilidad, que hacer sus cuentas públicas sin rebasar el déficit establecido. Será entonces cuando de verdad deban ajustarse el cinturón y empezar a eliminar estructuras innecesarias y subvenciones improductivas.
Los ciudadanos, según estas encuestas, son partidarios de que los partidos políticos, los sindicatos  y las patronales se financien con las aportaciones de sus militantes o partidarios. Así ocurre en muchas partes del mundo y así, de esta manera, se garantizaría una cierta racionalidad en las estructuras, en la organización y en el funcionamiento de estas instituciones tan importantes para la armonía social. De igual manera, mes a mes los ciudadanos estiman que la clase política es uno de los principales  problemas de este país. Y es un problema porque, habiendo excepciones por supuesto, y muy dignas, la política sigue todavía presa de los cálculos de las tecnoestructuras, a quien poco o nada interesa la calidad de vida de los ciudadanos, todo lo más es la excusa para mejorar la suya.
En fin,  la gente está dispuesta a hacer sacrificios si observa y comprueba que los políticos dan ejempl , si percibe que las estructuras públicas innecesarias empiezan a desaparecer del mapa y si constata que la subvenciones sirven para apoyar actividades promotoras de interés general.  Mientras tanto, la opinión general de la ciudadanía seguirá siendo la misma.
 
Jaime Rodríguez-Arana. jra@udc.es