La gestión ordinaria de los expedientes administrativos debe realizarse al servicio objetivo del interés general, elementos que el artículo 103 de nuestra Constitución erige en los principales criterios de la entera actuación de la Administración pública como persona jurídica y también de la tarea que realizan cotidianamente quienes trabajan en el sector público.
Aprendizaje permanente de la ciencia de la Administración pública y, a la vez y de forma armónica, aprendizaje y ejercicio permanente de las cualidades humanas que deben adornar la conducta de los funcionarios públicos. En este sentido, no se puede olvidar que los funcionarios del siglo XXI ya no son esos rígidos tecnócratas cuya actuación se reduce exclusivamente a la mera aplicación de unas normas perfectamente delimitadas. Hoy, el nuevo administrador público es un artesano que debe actuar con prudencia y que, en el marco de la juridicidad, debe ser consciente de la trascendencia de las decisiones que adopta, en un contexto de pensamiento dinámico, plural, abierto y complementario.
La formación continua de los empleados públicos es una de las claves básicas de la reforma administrativa. Por una parte el proceso del aprendizaje no termina nunca y, por otra, la adecuada preparación técnica y humana de los empleados públicos acrecienta la conciencia de servicio de la Administración pública a los ciudadanos.
La Administración Pública tiene planteado en nuestro tiempo un reto capital. Responder con eficacia, y con parámetros de servicio y calidad a las necesidades colectivas de los ciudadanos. La sociedad, no lo olvidemos, exige servicios públicos de calidad y, cada ciudadano, busca también en las Administraciones públicas, entornos de auténtica humanización.
La formación continua de los empleados públicos, en un mundo tan complejo como el actual, es uno de los temas que, en mi opinión, permiten pensar con optimismo en una Administración Pública de verdadero servicio objetivo a los ciudadanos. Porque cuanto mejor preparados técnicamente estén los empleados públicos, es evidente que mejor podrán gestionar los intereses colectivos y, porque la profundización en la idea de servicio hará posible que aumente la sensibilidad de la Administración hacia los derechos fundamentales. Por eso, la calidad y el cuidado que ponga la Administración en la formación de sus empleados debe traer consigo un clima de trabajo administrativo en el que los empleados públicos se sientan protagonistas de la construcción del interés público y en el que la aspiración de servicio a la colectividad, más que una frase bonita, sea una gozosa realidad.
Jaime Rodríguez-Arana
@jrodriguezarana
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