Cuando se habla de globalización, de internacionalización, de universalización o de mundialización se pretende reflejar una característica elemental de la naturaleza de las relaciones actuales que está transformando la realidad desde hace tiempo. Sin embargo, la globalización más importante es la de las mentes de las personas, en muchos casos atrapadas en la esclavitud de la ideologitis, en la obsesión por lo unilateral, por el pensamiento único, por la verticalidad y el oficialismo.

Hoy, en este tiempo de crisis global por la pandemia entendemos con una luz nueva que es decisivo para vivir con dignidad en estos tiempos, cultivar la mentalidad abierta y esa capacidad para “ver” personas, para proteger y defender a los seres humanos en los diferentes campos del trabajo moderno. De lo contrario, la globalización podría traer consigo una de las más insoportables dictaduras jamás sospechada: el uso de las personas al servicio de esa ideología que tanto daño hace: usar y tirar a las personas en función de las necesidades de las tecnoestructuras, también de las partidarias.

La pandemia del coronavirus es una cuestión global que afecta a toda la humanidad. Una pandemia que debería ser combatida con los estándares más elevados de la gobernanza global. Sin embargo, salvo excepciones, estamos contemplando la clamorosa ausencia de previsión de la epidemia en muchos países por parte de la Autoridad sanitaria. Más bien, estamos sorprendidos ante la ineptitud, negligencia e incompetencia en la gestión pública por parte de muchos de quienes están al frente de tantos gobiernos en estas horas difíciles.

Por eso, precisamos normas globales que definan altos patrones y estándares de buen gobierno, especialmente en situaciones de crisis. No puede ser que por un mal gobierno o una mala administración en estas situaciones mueran más personas a causa de la negligencia e incompetencia de responsables políticos al más alto nivel. Lo que estamos contemplando en tiempo real en tantos países, en el nuestro de forma alarmante semanas atras, no puede volver a pasar. De ninguna manera. Es una pena, pero donde haya jueces independientes, la responsabilidad sera la consecuencia lógica de tanto desmán, de tanta negligencia.

Esta crítica situación por la que atravesamos subraya que lo realmente importante es construir un sistema de globalización dónde la sensibilidad humana sea un elemento esencial. O si, se quiere, que globalización y humanismo vayan de la mano, como si fueran las dos caras de un mismo fenómeno, como si fueran las dos caras de una moneda. Algo que, la menos hasta ahora, ha brillado por su ausencia y que ojala una vez que superemos la pandemia se instale de verdad entre nosotros.

Jaime Rodríguez-Arana

@jrodriguezarana