El informe anual de Freedom House sobre las libertades en el mundo en 2014 advierte de que la democracia sufre su mayor amenaza en los últimos 25 años. Las dos causas de tal pronóstico serían el uso de métodos cada vez más agresivos por los regímenes autoritarios por un lado y, por otro, la oleada terrorista.
 
Según esta organización independiente, 2014 ha sido el noveno año consecutivo en el que se aprecia un peligroso retroceso en derechos políticos y libertades civiles. Los países que se llevan la palma en autoritarismo son Rusia, Egipto y Turquia. Rusia a causa de la intervención en Ucrania, Egipto por la represión del régimen frente a los opositores, y Turquía a causa de los ataques contra la prensa y la sociedad civil.
 
En el caso del terrorismo no hay que ser muy listo para constatar que es una plaga omnipresente y de funestas consecuencias en todo el globo. Desde Africa Occidental hasta Oriente Próximo y el sur de Asia fuerzas yihadistas radicales acosan a gobiernos y poblaciones provocando el caos en Irak, Siria, Pakistán o Nigeria masacrando a integrantes de la seguridad y a civiles, tomando rehenes y asesinando o esclavizando a personas de otras confesiones religiosas.
 
Según el informe de Freedom House, en 2014 un 46% de los países mantienen regímenes de libertad, un 28% parcialmente y  un 26% regímenes sin libertad o con la libertad prohibida. Los países en los que reina la libertad son los del continente americano, Europa y Oceanía, mientras que Asia, oriente Próximo y África concentran las naciones en las que sus habitantes no disfrutan de un sistema de libertad aceptable. En América Latina, Cuba aparece como el único país no libre, se subrayan retrocesos en Ecuador por las restricciones en materia de libertad de expresión, en Haiti a causa de la persecución a la oposición y a los periodistas, en México debido al crecimiento de la impunidad y de la corrupción, y en Venezuela por la represión contra la oposición. Es más, en el caso de la República bolivariana, Freedom House apunta al uso del terrorismo para justificar la adopción de medidas represivas.
 
Un dato preocupante es que  las naciones que empeoran en 2014 su calificación son el doble de las que la mejoran, proporción que se mantiene en la mayoría de los continentes. Las restricciones a internet también pintan un cuadro sombrío pues no son pocos los países que exigen a proveedores y contratistas del sector que censuren los contenidos que pueden ser críticos para tales gobiernos.
 
Los datos que facilita el informe de Freedom House, en relación con los países que disfrutan de libertad, invitan a una reflexión profunda pues la calidad de la democracia, y del ejercicio de las libertades en el mundo Occidental, no es que esté en su mejor momento. En efecto, la separación de poderes hoy se ha convertido, en tantos países, en una quimera, en un sueño, debido a que la preponderancia de los partidos políticos ha terminado por impedir que cada poder cumpla autónomamente su función. El reconocimiento de los derechos fundamentales también es desconocido cuándo se impide la igualdad de todos ante la ley pues los fuertes se la saltan con frecuencia mientras a los débiles y más frágiles se les aplica rigurosamente. Y no digamos el principio de legalidad, conculcado cuándo al poder dominante no le viene bien alguno de los preceptos de la ley o dela Constitución; entonces, en ejercicio del uso alternativo del mando, se viola sin más, arrumbando tantos de años de lucha por racionalizar y limitar aquel absolutismo y autoritarismo entonces tan denostado, que hoy, siquiera sea sutilmente, vuelve a asomar desde dentro del sistema.
 
Pues bien, en el contexto de profunda crisis en el que vivimos, es menester abrir la democracia a la vitalidad del pueblo, despejando esos siniestros vericuetos por los que aspiran a transitar tantos especialistas de un interés general que sigue contemplándose como algo cerrado y estático. Como algo de  propiedad de los dirigentes cuando en realidad el verdadero dueño y señor del espacio público es el pueblo. Repensar la democracia para que sea lo que debe ser es un buen ejercicio intelectual que de vez en cuando también debería ocupar a quienes en este momento rigen la res pública. Sobre todo porque efectivamente, hoy la democracia está amenazada desde fuera pero también, y fundamentalmente, desde dentro, desde las tentaciones de autoritarismo que asaltan a no pocos políticos empeñados en alcanzar el poder, o conservarlo, como sea. No hay más que echar una ojeada a lo que pasa para certificar esta realidad. ¿Verdad?-
 
 
Jaime Rodríguez-Arana
 
Catedrático de Derecho Administrativo