Hace unos años, en 2010, se publicó por estas tierras el barómetro “La comunidad musulmana de origen inmigrante en España”. Una encuesta sencilla realizada a partir de dos mil entrevistas a musulmanes inmigrantes  residentes en nuestro país que refleja, hoy puede parecer sorprendente tras los reciente atentados en Paris en la revista Charlie Hebdo, que los musulmanes llegados a España de otros países se encuentran adaptados a la realidad española, tienen una buena opinión de nuestras instituciones, no sufren conflictos religiosos  y asumen la aconfesionalidad del Estado. Unas opiniones que en lo sustancial siguen estando vigentes a día de hoy a pesar de que pueda haber determinados musulmanes entre nosotros, una minoría minoritaria, que conecta con los planteamientos fundamentalistas yihadistas d corte violento
Es más, el barómetro reflejaba algo que puede  llamar profundamente la atención: los musulmanes  por entonces, igual que ahora, tenían y tienen mejor opinión acerca de la Corona, la Iglesia o el Poder judicial que los propios ciudadanos españoles. Este colectivo de musulmanes inmigrantes que residen en España practicaban y siguen practicando, desde luego, a tenor de sus respuestas, un islamismo moderado, razonable. Por eso estos inmigrantes consideran que las tres religiones monoteístas son igualmente respetables y que los no creyentes no por ello tienen un valor diferente como personas. El barómetro mostraba, y sigue mostrando, a pesar  de quienes se dedican a fustigar sus creencias y convicciones más íntimas,  que la mayoría de este colectivo se ha adaptado a las costumbres españolas, que es posible ser buen musulmán y buen español y que la violencia nunca es legítima para defender o afirmar las creencias religiosas.
La encuesta ofrecía, y sigue ofreciendo en lo sustancial, otros datos que permiten pensar  que una mayoría de musulmanes se sienten bien alejados de los postulados fundamentalistas. Así, una mayoría relevante estimaba , y sigue estimando,  que en Occidente hay un alto grado de tolerancia y libertad religiosa, que se discrimina menos a la mujer que en sus países de origen, que hay menos desigualdades sociales y que por estos lares  se presta más atención a los pobres y necesitados. Sin embargo, tras las viñetas de Charles Hebdo, y tras los atentados, se ha provocado una eurofobia e islamofobia que está enturbiando muchas relaciones entre muchas personas aquí y allá.
En la historia de España es bien sabido que muchos avances culturales,  filosóficos o médicos, se debieron a los árabes que poblaron la península, muchos de los cuales, es cierto, respetaron las convicciones y creencias del pueblo español. Ese Islam que existe, que huye del fundamentalismo y que aspira a vivir su fe en convivencia con otras culturas y religiones, es el que puede detener la oleada de crímenes y asesinatos sin cuento que promueven los enemigos de la libertad, los enemigos del hombre. Es, pues, una buena noticia  que la mayoría de los musulmanes que pueblan España, tengan, y sigan  teniendo estos hábitos vitales  y culturales, tan cercanos ya a la cultura occidental.
En este contexto, en Francia, con ocasión de las viñetas de Carlie Hebdo,  se  perpetraron  varios asesinatos a sangre fría que deben ser condenados sin paliativos. Y, a la vez, es pertinente señalar que el ejercicio de la libertad, también por supuesto  la de expresión, debe realizarse en un contexto solidario, sin perder de vista que la libertad se ejerce para potenciar la dignidad humana. Por eso tiene límites y por eso no es razonable que se oriente a ridiculizar, mofar  o herir sensibilidades tan íntimas como las religiosas. Libertad sí, para una vida digna y, por supuesto, nunca, nunca, la violencia para la defensa de nada, absolutamente de nada.
 
Jaime Rodríguez-Arana es catedrático de derecho administrativo. jra@udc.es