Popper, como se sabe, es uno de los filósofos más importantes que ha dado el siglo XX. No solo en lo que se refiere a la filosofía de la ciencia sino en el ámbito de la filosofía política especialmente por su defensa de la sociedad civil frente a todo totalitarismo, tarea que lleva a cabo en su ensayo: «La sociedad abierta y sus enemigos».
El pensamiento de Karl Popper bascula en torno a la defensa a ultranza de la democracia, de la tolerancia y del respeto a la persona. Pues bien, parece ser que su último ensayo giró en torno a la degradación de la televisión y su influencia sobre los ciudadanos, tema desde luego de palpitante y rabiosa actualidad.
En efecto, tras criticar esa idea tan extendida de que se debe ofrecer a la gente lo que la gente pide, nos advierte sobre el peligro que encierra para la democracia la falta de control de la televisión. En este sentido afirma que no debe haber ningún poder político incontrolado en una democracia. Ahora que resulta que lan nuevas tecnologías y todavía la televisión son poderes mediáticos colosales, es conveniente llamar la atención sobre la necesidad de garantizar que estos medios sin control sean eso medios y no se conviertan en fines, tal y como muchas veces acontece.
Una democracia no puede existir si no pone bajo control a la televisión, terminaba su reflexión Popper. Y ese control, cada vez más necesario, se encuentra en la propia dignidad de la persona y, lo que es más importante, en que de una vez nos decidamos a formar a la juventud seriamente en los valores, en el respeto a las ideas de los demás y en el amor a la verdad.
Jaime Rodríguez-Arana
@jrodriguezarana