¿Es la economía incompatible con la sensibilidad social?. ¿Son desarrollo económico y justicia social dos conceptos antitéticos?. Éstas y otras preguntas, planteadas en el marco del llamado pensamiento único, nos sitúan en una de las cuestiones más interesantes del debate de las ideas de estos años. Ciertamente,no sólo es compatible desarrollo económico y justicia social, si no que, desde el pensamiento compatible, son dos realidades complementarias.
Como es sabido, Amartya SEN recibió el prmio Nóbel por contribuir a restaurar la dimensión ética del debate económico y social, combinando instrumentos económicos y filosóficos. Entre sus estudios sobre la teoría de la elección social destacan los que se ocupan de las medidas de la desigualdad y sobre el bienestar de las personas apartir de las oportunidades que proporcionan ingresos obtenidos por los habitantes.
Para SEN, las hambrunas no se deben a la falta de producción de alimentos o a las catástrofes naturales, sino a fallas en las estructuras sociales -falta de democracia o de libertad de prensa- que impiden el control político de la ciudadanía sobre los gobiernos. Según SEN, el hambre no ha afligido nunca a ningún país que sea independiente, que convoque elecciones con regularidad, que tenga partidos de oposición y que permita que los periódicos informen libremente.
Si no hay elecciones, ni lugar para la crítica, las autoridades no sufren las consecuencias políticas de su fracaso en la prevención de hambrunas. Y, sobre todo, porque cuando se conocen a tiempo los primeros síntomas de estas crisis alimentarias, se puede reaccionar con diligencia. Un caso paradigmático lo encontramos en China en la hambruna de los años 60 del siglo pasado en la que fallecieron 29 millones de personas. Para SEN, la falta de libertad de prensa confundió al Gobierno, alimentado por su propaganda y por los informes de las autoridades dóciles y sumisas. En efecto, existen datos que demuestran que cuando la hambruna llegó a su cenit, las autoridades chinas creían que tenían 100 millones de toneladas más de cereales de las que tenían en realidad.
Moraleja: nos jugamos mucho con un Estado de Derecho de calidad en el que se pueda conocer la realidad porque hay separación cierta de los poderes, porque no existen ámbitos exentos o al margen del control judicial y porque los derechos humanos se preservan y protegen como piedras angulares del sistema político. Hoy, en el el tiempo en que vivimos, con los valores del Estado de Derecho por tierra, todo puede pasar porque todo está bajo el control de los que quitan y ponen gobiernos, de los que orientan las tendencias consumistas de millones de seres humanos, de los que se han adueñado del interés general. Así de claro.
Jaime Rodríguez-Arana
Catedrático de Derecho Administrativo. jra@udc.es
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