El premio nobel en economía James Heckman lo tiene claro: la inversión más rentable es la educación. El profesor de la Universidad de Chicago es partidario de una profunda reforma del sistema. Una reforma que parte de la educación infantil, del papel de la familia y de valores tan relevantes como la disciplina, el esfuerzo y el respeto.
La experiencia nos demuestra que los países que en este momento están a la vanguardia de la excelencia educativa, Finlandia, Corea del Sur o Singapur por ejemplo, supieron poner en marcha procesos de reforma en los que apostaron por la calidad en la selección del profesorado, por el fomento de la lectura, por el bilinguismo, por las matemáticas, por la ciencia y por la tecnología.
El profesor Heckman recuerda una experiencia que demuestra que, en efecto, la inversión en educación es muy rentable. En efecto, según un experimento realizado por el profesor se comprobó que un dólar invertido en un niño de tres años en una buena escuela infantil producía, al cabo de 20 años, y tras analizar diferentes variables , 7 dólares.
Otro elemento clave para la reforma, señala el catedrático de Chicago, es no obsesionarse con las notas. Si nos instalamos en la ideología de las calificaciones con facilidad caeremos en la perspectiva maquiavélica de que el fin justifica los medios. Entonces, se estará promoviendo en la escuela un ambiente de corrupción que dará, así ha sido en la etiología de la crisis, lamentables y muy desagradables resultados. Si todo se puede hacer con tal de obtener buenas notas, imagínense a dónde se puede llegar y a dónde se puede arribar unos años después.
También Heckman, como no, subraya la centralidad de los padres en la reforma educativa. Los padres, bien lo sabemos aunque poco lo practicamos, no pueden delegar en el colegio la enseñanza de sus hijos. En la enseñanza se trabaja con los valores más relevantes del ser humano y en esos espacios deben estar los padres pues los profesores, es lógico, no conocen la realidad con tanto detalle.
Finalmente, el premio Nobel en economía de 2000, destaca que es menester en cualquier reforma educativa que se precie apostar por valores como la tenacidad, la motivación, el esfuerzo, el respeto, la disciplina. La inversión en estos valores, subraya Heckman, proporciona mayores dividendos económicos y sociales que la inversión en infraestructuras. La clave no está en dedicar más dinero público sin más a la educación como sucede tantas veces. España, como todos sabemos, destina importantes partidas a la educación y sin embargo, los resultados no son proporcionales al esfuerzo inversor. Si hasta ahora los objetivos alcanzados son los que son, magros y a la cola de Europa, por qué no cambiar los papeles y empezar a operar de otra manera. Hay que abandonar lo que no funciona y explorar nuevos caminos. ¿Qué sentido tiene seguir el empecinamiento en un modelo que no cosecha más que fracasos? Sencillamente, ninguno. Todo lo más, pavor a los cambios, miedo a perder los privilegios.
Jaime Rodríguez-Arana
@jrodriguezarana
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