Las tesis de Deresiewicz son polémicas. Un profesor de psicología de Harvard, de apellido Pinker, confiesa, en un artículo de réplica a Deresiewich publicado también en The New Republic,  que no sabe cómo ayudar a los estudiantes a construir su propio yo durante los años de los estudios superiores y afirma que la función de la Universidad es más concreta . Para Pinker, se trata de que los alumnos adquieran conocimientos desde las leyes básicas que rigen el mundo físico hasta los hechos más relevantes de la historia, pasando por los sistemas de creencias, las culturas, el arte o las razones de ser de la democracia.
Se trata de un proceso de adquisición de conocimientos y también de asunción de ciertos hábitos racionales como pueden ser la capacidad expresar ideas complejas con claridad, el conocimiento objetivo, el razonamiento lógico, la persuasión, o, por ejemplo, la metodología del entendimiento. Para Pinker esto es lo decisivo: adquirir conocimientos y cualidades racionales y si además los estudiantes en su tiempo libre se preocupan de progresar en su proceso de maduración personal, mejor.
Tampoco está de acuerdo el profesor de psicología de Harvard en que el sistema de admisión de las Universidades de la Ivy League agrave la desigualdad y retarde la movilidad social. Según Pinker, en 1985 el 46% de los nuevos estudiantes de los 250 Colleges más elitistas procedían del 25% más alto de la escala de renta, en 2006 solo el 15% llegaban de la 50% más bajo.
Tras las críticas, Deserowicz vuelve a la carga y reconoce que las principales censuras a sus tesis provienen de psicólogos que no comparten su visión del crecimiento personal que debe proporcionar la Universidad  a los estudiantes así como su visión de la desigualdad social o del origen socioeconómico de los estudiantes. Señala, en estos temas, que en torno al 50% de los alumnos de la Ivy League reciben algún tipo de beca y que el 40% de los alumnos de Harvard viene de las familias situadas en el 6% de las rentas más altas.
El debate, sin embargo, proporciona la oportunidad de pensar y reflexionar en relación con la función básica de la Universidad. Tres son los objetivos que desde diferentes puntos de vista debe buscar la Universidad. Para unos, debe tener un claro motivo comercial (aprender una profesión), para otros un propósito cognitivo (Pinker) y para otro grupo, un objetivo moral, forjarse un yo equilibrado (Deresiewicz).
Probablemente, la clave radique en  combinar inteligentemente los tres objetivos. Así, se trataría de aprender una profesión durante un tiempo en el que se adquieren conocimientos, cualidades y aptitudes de forma y manera que la maduración personal ayude a que la sociedad reciba a personas bien preparadas, con mente abierta, capacidad de entendimiento y sensibilidad social. Personas que contribuyan a través de su profesión a la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos en todos los sentidos.
 
Jaime Rodríguez-Arana
@jrodriguezarana