TRANSFORMACIONES POLÍTICAS      
El tránsito de las dictaduras del Norte de África a regímenes democráticos, al menos formalmente, constituye un claro ejemplo de que es posible superar los sistemas autoritarios. Sin embargo, aunque el régimen de Mubarak cayó, el futuro de Egipto es, a día de hoy, incierto a causa del poder que se reservaron los militares, todavía reacios al pluralismo. En Siria, la férrea  y durísima opresión a que está sometiendo el régimen a los insurgentes está complicando mucho las cosas a los rebeldes, que cuentan ya en sus filas con varios miles de muertos. En Túnez y Yemen la situación, tras el derrocamiento de los dictadores, discurre por derroteros más esperanzadores. En cualquier caso, las denominadas revoluciones árabes, además poner muy nerviosos a los regímenes de Irán y de China, demuestran que la lucha pacífica por la libertad y la dignidad de los seres humanos siempre termina por vencer a la tiranía y al totalitarismo. Está ver, todavía, si realmente Islam y democracia son compatibles pues las elecciones parece que están siendo ganados por islámicos moderados y existen dudas razonables acerca de cómo promoverán los valores democráticos.
El camino a la libertad no está exento de obstáculos y dificultades. Nunca lo ha estado y así sigue siendo. Que se lo pregunten, por ejemplo, a los miles de manifestantes que se congregaron durante días y noches en la plaza de Tahir de El Cairo, o que se lo comenten a los pobres sirios que son perseguidos y asesinados implacablemente por un régimen que ha decidido emplear la fuerza para aplastar las manifestaciones que reclaman libertad y democracia. El éxito de los movimientos pro democracia en Tunez, Egipto o Yemén nos enseña que con inteligencia y de forma organizada se pueden aglutinar mayorías relevantes dispuestas a reclamar pacíficamente cambios políticos que den al traste con los autoritarismos. El papel de las redes sociales ha sido fundamental, aunque también han jugado sus bazas determinadas estrategias diseñadas para terminar con sistemas totalitarios a partir de metodologías inspiradas en la resistencia pacífica, en la resistencia no violenta.
En efecto, la resistencia pacífica, la que no actúa en el marco de la violencia sino socavando y horadando las dictaduras a través de programas de acción a largo plazo que se ejecutan sobre las debilidades de las dictaduras, es muy efectiva y puede terminar por una sustitución incruenta del totalitarismo en la democracia. Estos métodos, inspirados en buena medida en el libro de Gene Sherp, profesor emérito dela Universidad Dartmouthen los Estdos Unidos de América, titulado “De la dictadura a la democracia” fueron ensayados en la resistencia contra Milosevic  en el 2000, en la revolución naranja de Ucrania de 2004 y más recientemente en la revolución de la plaza de Tahir en Egipto.
En esencia, estos métodos tratan de atacar el principal punto de apoyo de las dictaduras: la colaboración pasiva de los ciudadanos. En cuanto el pueblo cae en la cuenta de su posición y del sentido de la dominación del dictador o de la cúpula, está ya en condiciones de seguir un plan organizado y no violento que acabe con el régimen. Para ello es menester, dice Sherp, actuar sectorialmente haciendo patente la desidia del régimen ante los problemas reales de la ciudadanía. En estos casos, la creciente ideologización y propaganda que caracteriza a estos regímenes unida a la gran burocracia levantada para el control social termina por caer en no mucho tiempo cuándo la población sale pacíficamente a la calle y demuestra el desprestigio en que ha incurrido la dictadura.
El problema se presenta cuándo hay que redactarla Constitucióny convocar las primeras elecciones. Entonces se ve, y se comprueba, si la pluralidad, los derechos fundamentales de las personas y otros elementos centrales de la democracia y del Estado de Derecho están en la agenda política. En Egipto, por lo pronto, los militares siguen en el poder y han excluido de la redacción dela Constitucióna determinados colectivos bien conocidos. El tránsito de la dictadura es hacia la democracia, no hacia nuevos esquemas autoritarios. Los mártires de la libertad no dieron su vida ni sus mejores momentos para un cambio de nomenclatura.
 
Jaime Rodríguez-Arana es catedrático de derecho administrativo. jra@udc.es