Un ex dirigente del famoso banco de inversión Goldman Sachs, Rajat Gupta, acaba de ser condenado por  un Jurado Federal del Tribunal de Manhattan por tres cargos de fraude y uno de conspiración en relación con la filtración de información privilegiado al gestor del fondo de riesgo Galeón Raj Rajaratnam. Es decir, el Jurado en cuestión encontró culpable al ex directivo de este banco de inversión de haber revelado secretos empresariales al gestor de del hedge found Galleón, ya condenado a 11 años de prisión el año pasado precisamente por este caso.

Desde el punto de vista procesal, la resolución de Jurado significa que el señor Gupta permanece en libertad bajo fianza hasta que el Tribunal dicte la sentencia definitiva. Este ex banquero, de 63 años, se enfrenta a una ya más que posible condena de 20 de años de prisión como máximo por haber cometido un fraude y 5 por el de comunicación de información privilegiada.
La información trasladada al gestor del fondo de alto riesgo consistía, según lo que se ha sabido hasta el momento, en que el multimillonario e inversor estadounidense Warren E. Buffet iba a invertir 5.000 millones de dólares en la compañía. Además, también podría haberse comunicado al gestor de Galleón alguna otra información relativa a los precios de las acciones de Goldman Sachs.
La realidad es que Galleón adquirió, después de las conversaciones de marras, justo antes del cierre de los mercados, más de 175.000 acciones de Goldman Sachs que reportaron al fondo de inversión unas ganancias  estimadas de 900.000 dólares.
Es verdad que no tenemos la sentencia todavía contra el ex banquero. Pero si disponemos de una resolución del Jurado que lo declara culpable y de una sentencia que condena al gestor de los fondos de riesgo por el mismo caso a 11 años de prisión. Por tanto, lo razonable y lógico es que el ex directivo del banco de inversión siga la misma suerte que el gestor del fondo.
Este caso demuestra con toda claridad varias cosas. Que las posibilidades de rápido e intenso enriquecimiento a través de la revelación de secretos comerciales o de información privilegiada son impresionantes. Y, también, que cuándo existe una justicia independiente, los delincuentes, tarde o temprano son castigados.
En el marco, o en el origen de la crisis financiera en que vivimos, seguramente hay muchas conductas o comportamientos como el glosado en el día de hoy. El problema reside en que estos hechos deben ser siempre ser denunciados y puestos en conocimiento de la justicia. Primero porque es un delito como la copa de un pino y, segundo, y hoy fundamental,  porque no puede ser, de ninguna manera, que mientras hay tantos cientos de miles, millones en algunos países, de personas que viven en situaciones de auténtica pobreza, algunos se permitan comerciar con información privilegiada con el fin de ganar millonarias sumas de dinero. La justicia, aunque es lenta,  cuándo opera en condiciones de autonomía e independencia, llega, siempre llega. ¿O no?.
 
Jaime Rodríguez-Arana es catedrático de derecho administrativo. jra@udc.es