El principal indicador macroeconómico es el PIB  y el más relevante parámetro microeconómico el balance financiero empresarial. A mayor PIB, mayor desarrollo económico y a mejor balance financiero,  mejor salud empresarial. Las cosas, sin embargo, no son ni tan sencillas ni tan mecánicas. Veamos.
Es posible, vaya si lo es, que un país con buenos índices macroeconómicos no refleje, sin embargo, otros elementos bien importantes para el desarrollo humano. Por ejemplo, es compatible disponer de buenos registros en PIB pero malos datos en pluralismo, libertad de prensa, por ejemplo. En el mismo sentido, un magnífico balance financiero puede ser compatible con la existencia de malas condiciones laborales y con indignas retribuciones.
La preeminencia del PIB y del balance financiero está en la base de la profunda crisis que azota el mundo occidental. En buena medida, la necesidad de preservar determinados dígitos macro y microeconómicos ha llevado en ocasiones a buscar tales objetivos al margen de otras consideraciones, de la ética o de la sensibilidad social. Las funestas consecuencias de esta forma de proceder están en la mente de todos y, también, en la forma de vida de no pocos habitantes del mundo occidental.
Christian Felber, un economista austríaco que pasa por ser uno de los fundadores de la escuela de la economía del bien común, señalaba no hace mucho tiempo que erigir estos indicadores, esencialmente monetarios, en síntomas de la salud económica o de un empresa, constituye un gran error metodológico.
En efecto, es menester evaluar elementos cualitativos tales como el grado de participación social, la calidad en el ejercicio de las libertades, especialmente la educativa y la de prensa, el pluralismo o la calidad de vida. Quedarse solo en datos económicos, en registros cuantitativos, es injusto y no hacer honor a la verdad. Hoy es posible medir indicadores cualitativos porque ya existen herramientas susceptibles de evaluar tales parámetros.
Es decir, se puede conocer con un razonable marco de detalle si una sociedad es plural, si el pueblo participa en los asuntos de interés general, si los padres pueden elegir el colegio de su preferencia o si la prensa informa con libertad y veracidad. Hoy existen sofisticados métodos de evaluación de indicadores inmateriales que ayudan a conocer la salud inmaterial del pueblo.
La dimensión cuantitativa es importante. Qué duda cabe. Como también lo es la dimensión cualitativa. Imponer una u otra es un error. Ambas se pueden integrar y ambas pueden ofrecer una mejor y más completa exposición. El pensamiento complementario nos anima a conciliar ambas perspectivas para conocer mejor la realidad, tomando, cuándo sea menester, la mejor decisión para la comunidad.
El pensamiento único ha sobrevolado, y de qué forma, durante la crisis. Consiguió domesticar las terminales técnicas y se nos presentó como la gran solución. Hoy, sin embargo, bien sabemos que la inactividad de los gobernantes causó grandes males a nuestros países y que debemos aprender de los fracasos. Unos fracasos que han de dejar paso a nuevos dirigentes,  a nuevos responsables, a nuevos políticos comprometidos con el pueblo a fondo.
 
Jaime Rodríguez-Arana es catedrático de derecho administrativo. jra@udc.es