El endeudamiento español, sobre todo el de las familias, es bien conocido. Alcanza ya cumbres insólitas. En efecto, tas el paro, la presión fiscal y la corrupción, el creciente y desigual endeudamiento de las familias, especialmente las de más bajos ingresos, causa un profundo malestar en varios millones de españoles.
En efecto, en este momento hay más hogares españoles endeudados que en la media de la zona euro. Nada menos que el 50% si se tiene en cuenta todo tipo de créditos. Lo más grave: que las familias con ingresos más bajos pueden llegar a afrontar deudas más grandes que otros países europeos. La deuda de los hogares con menos ingresos puede llegar a triplicar la renta anual, mientras que en la zona euro no pasa del 60%.
En este contexto de crisis, motivado especialmente por el estallido de la burbuja inmobiliaria, se ha llegado a una situación de embargos y deshaucios muy complicada para muchas familias. Solo en el primer semestre de 2014 se han embargado cerca de 20.000 viviendas y en 1.200 casos la ejecución hipotecaria terminó en deshaucio.
El hecho de que sea España precisamente el país en el que el endeudamiento familiar se haya disparado más debiera hacer sonar las alertas. El problema, como es obvio es que al endeudarse, las familias encuentran en el presente un cierto alivio pero una espada de Damocles en el futuro. Una espada de Damocles que ya hecho acto de presencia y que junto a otros factores que fomentan la desigualdad social, está ocasionando una merma sustancial de las condiciones de vida a muchas familias y, por ende, a muchos millones de ciudadanos.
Si de verdad estamos convencidos de que la familia es una institución central para la vida social, tendremos que articular medidas que la ayuden a salir de la penosa situación en la que se encuentra, especialmente las que apenas pueden salir adelante por haberse endeudado en tres rentas anuales. No puede ser que se mire para otro lado y se abandone a su suerte a tantos hogares que ahora lo pasan mal. La política pública social reclama un análisis global de la familia y poner en marcha una serie de iniciativas que ayuden a tantas familias que lo necesitan.
Jaime Rodríguez-Arana es catedrático de derecho administrativo. jra@udc.es
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