Una de las manifestaciones del ejercicio del poder en la sociedad democrática es la integración. Sí, el poder debe utilizarse para la integración, para la cooperación, nunca para la exclusión o la marginación.

 
Vivimos en un mundo complejo en el que es necesario, si es posible, buscar soluciones equilibradas. Por eso, la integración de los diferentes aspectos que configuran la realidad en contextos abiertos y de profunda humanización, garantiza ese equilibrio.

 
El poder, por lo tanto, debe tender a la integración, no a la exclusión. ¿Por qué?. Sencillamente, porque el poder existe para resolver los problemas reales de la gente y no para generar problemas. El poder existe para garantizar la paz social y el mejor funcionamiento de la sociedad. Y, para ello, hace falta que quien ejerce el poder disponga de capacidad para integrar, para abrirse a la realidad y poder escuchar.

 
 
Hace falta en política escuchar mucho e integrar mucho. Quien no escucha, normalmente excluye, aunque sea por omisión. Bini escribió hace tiempo sobre la facilidad con que el poder sin límites lleva a toda clase de desgracias: “el poder sin freno de humanas simpatías es un don funesto. Triste cosa es el poder que emula a Dios en la destrucción y no en la creación, que puede aniquilar a una generación y no es capaz de rematar a un gusano una vez aplastado”.

 
En el ejercicio del poder no deja de llamar la atención, el miedo que embarga a los mediocres cuando descubren algún colaborador que les supera en inteligencia y capacidad para resolver problemas. Entonces, en lugar de colocar a cada en su sitio, se inicia esa cacería para disuadir a quienes de verdad tienen vocación de servicio público a dedicarse a otras actividades más “rentables”.¡Cuantas personas de verdadera valía se pierden para el servicio público ante constantes campañas de insidias y calumnias!. ¡Que pena que se prive a la sociedad de hombres y mujeres de verdadero talento cuyo acceso al poder traería consigo la resolución y encauzamiento de los principales problemas de nuestro tiempo!.

 
“Sueñan los poderosos, escribe Silverio Lanza, con ser más poderosos todavía, y no hallan mejor medio para lograr sus fines que anular a los que ya no son desgraciados”. Un político, un hombre, una mujer de gobierno, debe siempre sumar, integrar, conciliar; siempre al servicio del bien de la colectividad. Casi nada.

 
Jaime Rodríguez-Arana
@jrodriguezarana